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Turismo de Colombia y El Mundo
Revista El Viajero, editada mensualmente, publicación digital de la empresa canadiense Perfiles Latinos Medio Group.
Noticia de Octubre
Barú: Un lugar real de ensueño. Texto: Yeison Medina Medina
Un lugar ancestral lleno de espiritualidad y tranquilidad Texto: Yeison Medina Medina
Viajar a través de Colombia, es viajar a través del mundo. Quien conoce diversos lugares de este país latinoamericano, puede darse cuenta de lo que digo…
En Colombia, a través de sus seis diversas regiones: Amazónica, Andina, Caribe, Insular, Orinoquía y Pacífica, el viajero nacional o internacional tiene la oportunidad de conocer y admirar diversos ambientes, climas, infraestructuras y costumbres alimenticias, musicales, folclóricas y dialécticas. Es decir, es un país multicultural que reúne todo lo que se desea encontrar en otro lugar de nuestro bello planeta.
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En esta oportunidad, la protagonista del texto es una isla ubicada en la región del Caribe, en el departamento de Bolívar. Este lugar, que se destaca por sus blancas playas y sus aguas verde-azules, es la Isla de Barú. Ésta, es un polo de desarrollo turístico de Cartagena de Indias, que se encuentra a 45 minutos de la capital bolivarense. Allí, el viajero podrá deleitarse con Playa Blanca, Playita de Cholón, Playa de los Muertos y Playa Bobo, balnearios naturales de albas arenas que entran en simbiosis con las aguas cristalinas hipnotizadoras del Océano Atlántico.
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En las aguas verde-azules, el visitante tiene la oportunidad de encontrar múltiples atracciones en las que él, como ser humano, podrá apreciar el valor de este elemento portador y dador de vida. El nativo y el turista tienen la posibilidad de transportarse a gran velocidad por el mar, a través del gusano inflable, la moto acuática o el yate; por el contrario, si lo deseado es recorrerlas de forma serena, se encuentra el kayak, para remar en compañía de la pareja o de un amigo por encima del majestuoso reino marítimo. Peces, langostas, pulpos y diversa fauna acuática se aloja en el complejo coralino de Barú. A partir del buceo y el snorkel podrá adentrarse en las aguas y ver de cerca la vida y el comportamiento de los seres oceánicos.
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Cuando se termine el recorrido por el elemento dador de vida, las playas abren sus cándidos brazos al hombre, para que éste, tome un baño de sol, deguste un delicioso cóctel o se llene de energías con un almuerzo autóctono de la región: pescado frito, arroz con coco, patacón y ensalada. Luego de alimentarse con la bandeja costeña o con un cebiche de camarones y langostinos; el viajero tiene que retroalimentarse con los nativos de este bello paraje. Esto se logra, cuando se interna por los pequeños pueblos costeros de Ararca, Santa Ana y Barú. El placer de observar las costumbres caribeñas, de escuchar la dialéctica costeña, de degustar la culinaria cartagenera y de dormir en una hamaca, en un instante en que el único ruido existente es el sonido del viento que se fuga por alguno de los ventanales de la casa de madera, son características culturales que islas como Barú, solo pueden ofrecer. Cuando sea el momento de abandonar este lugar real de ensueño; diversas artesanías oriundas, tales como, collares, pulseras y artículos con decoraciones sustraídas del mar son el recuerdo perfecto para llevar a casa, y así, tener un recuerdo que nunca haga olvidar este acogedor lugar, rico en aguas diáfanas y en biodiversidad de fauna marina.
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